La era de los datos ya está aquí. Ante la avalancha de información, la sociedad al completo necesita datos con los que corroborar de forma concreta lo que se toma como cierto. Diríamos que esta forma de interpretar la realidad está bastante cerca de lo que hacían los científicos: analizar las evidencias que se han desarrollado con un método que se hace explícito para permitir la comprobación de las hipótesis. Esta forma de trabajar ha llegado incluso a los niveles más altos de los gobiernos. La cumbre de líderes del G8 (junio 2013) identifica el valor de los datos de investigación y los resultados de experimentos científicos. Pero, ¿por dónde empezar a abordar un panorama tan complejo? Es el momento de esbozar una hoja de ruta que permita asesorar a los investigadores y a las propias universidades. Las buenas prácticas de otros países pueden guiar nuestros pasos: Estados Unidos, Australia, Gran Bretaña.