En los últimos veinte años, los clubs de lectura en España se han popularizado exponencialmente, implementándose desde diferentes instituciones y ámbitos, debido, quizás a que llegaron a nuestro país impulsados por las bibliotecas públicas. Se han convertido en una herramienta de promoción lectora eficaz y relativamente sencilla de organizar y desarrollar en nuestras bibliotecas.

El formato presencial de los clubs de lectura constituye una fórmula asentada y exitosa: promueve el aprendizaje en su más amplio sentido, fomenta las relaciones sociales, establece un clima propicio a la comprensión de las circunstancias del otro, y consigue formar comunidades de usuarios de bibliotecas gracias a los lazos generados por las experiencias compartidas. El formato virtual vino dado por la integración natural de internet en la vida de los ciudadanos; las bibliotecas comenzaron a adaptar sus servicios, entre ellos, los clubs. En la última década, diferentes bibliotecas y redes bibliotecarias han puesto en marcha sus propios clubs virtuales a través de blogs, redes sociales o plataformas creadas ad hoc o adaptadas para ese fin.

Algunos de estos clubs perduran en la actualidad, pero otros se quedaron en iniciativas enmarcadas en programaciones y acciones puntuales. Realmente, existía una conciencia general de su importancia para fomentar la lectura digital y social, abrir el abanico de posibilidades de encuentro entre lectores distanciados geográficamente, acercar la cultura y el acceso a la lectura a los entornos rurales, etc., pero las dificultades inherentes en su implantación (tecnológicas, operacionales, participativas y formativas, tanto para los profesionales como para los lectores), unidas a la demanda creciente de clubs presenciales, hacían que la modalidad virtual se considerara una opción secundaria y, en muchos casos, prescindible. Además, los resultados obtenidos, en cuanto a la participación e influencia en los lectores de las bibliotecas, resultaron dispares, no siempre alentadores.

Pese a estos inconvenientes, nunca ha dejado de ser cierto que los clubs virtuales pueden promover la lectura de la misma o mayor manera que los clubs presenciales, uniéndose a esta labor el del fomento de la escritura, cuando ésta es el medio elegido para la conversación. Los clubs presenciales no sustituyen a los clubs virtuales, pero estos últimos no solo pueden complementarlos, sino que incluso (como hemos experimentado en los últimos meses), pueden llegar a sustituirlos.

Ahora bien, ¿qué es lo más importante en un club virtual? ¿Qué medio es el adecuado para su desarrollo? ¿Cuál es el perfil profesional idóneo para dinamizar estos clubs? ¿Qué papel tiene el autor? ¿Es suficiente con una impecable organización, una obra brillante y una plataforma específica para garantizar la participación de los lectores? ¿Cómo dinamizar el club para lograr incrementar el número de visitas, reacciones y comentarios?