Leemos más que nunca, especialmente los jóvenes. Sin embargo, el hecho de que las cifras de práctica de la lectura sitúen a los jóvenes entre las franjas de edad más lectoras de nuestro país no redunda en buenos resultados en las pruebas de comprensión lectora, en un descenso del abandono escolar… ¿Qué está pasando entonces? Para empezar, la disrupción digital ha motivado un consumo creciente de contenidos digitales. Este, además, no está regulado con lo que, en general, no contribuye a una mejora de las capacidades de los lectores. Esta falta de competencia provoca, si cabe, un interés todavía mayor por los contenidos digitales: porque favorecen la comprensión de algunos conceptos, promueven la interactividad, etc. Así, los jóvenes se alejan del consumo de lecturas en papel, también necesarias para su formación como lectores, y de espacios tradicionalmente vinculados a ellas, como las bibliotecas. ¿Qué podemos hacer los profesionales para afrontar esta realidad? Lo ideal sería poner en marcha proyectos de fomento de la lectura y de formación de lectores desde las primeras edades y acompañar a los lectores y lectoras hasta su juventud, pero para los profesionales que no puedan aplicar esta recomendación, en este curso se compartirán las claves para el acercamiento al lector juvenil.