El concepto de biblioteca ha variado enormemente en los últimos años. Hasta hace poco eran concebidas fundamentalmente como depósitos de libros salas de estudio o como mucho, como centros de apoyo a la enseñanza formal. Pero las bibliotecas son actualmente instituciones públicas de enseñanza permanente, en el que se produce un intercambio continuo de información, son centros sociales en los que los usuarios buscan mucho más que satisfacer una demanda de información, sino un espacio de participación ciudadana, en el que entrar en contacto con otras culturas, divertirse, en el que crecer como personas.

Por eso la programación cultural de una biblioteca se ha convertido en algo tan importante como una buena gestión sus fondos o del resto de los servicios que ofrece. Una buena gestión cultural se tiene que basar en una planificación adecuada, que nos permita conocer cuáles son nuestras posibilidades y limitaciones y, sobre todo, las necesidades de nuestros usuarios.